jueves, 11 de agosto de 2011

Teatro Imposible.


Tengo la firme convicción de que uno lee para completar lo inacabado. Para completarse.

Apenas llevo un par de semanas en vacaciones y ya me he leído 5 libros. Corrijo, ya le he metido mano a 5 libros.

Meterle mano a un libro significa subrayarlo, doblar alguna página que nos llamó la atención, hacerle anotaciones en los márgenes, llevarlo para arriba y para abajo, abrazarse a él como si fuera una tabla de náufrago, nuestra única salvación.

Es dejarle alguna manchita al libro, algún rastro que indique que uno estuvo allí.

El protagonista de esta semana se llama ‘’Teatro Imposible”. Es de Floriano Martins.

Un libro de esos perturbadores, llenos de historias entrelazadas, de frases que se sienten como un disparo en la cabeza, como un orgasmo interminable, como una sobredosis de pastillas para dormir.

Como un despecho cósmico, como un amor de verano… como una lectura obligada y obsesiva.

Las frases que aparecen en el libro han sido -hasta ahora- tan acertadas que tengo que cerrarlo a veces para no sentir que me abofetean.

Ayer, por ejemplo abrí el libro en una página cualquiera y leí, despreocupada la primera frase, decía:

La vida de nadie está preparada para el amor.

Que duro. Que cierto.

Cerré el libro de golpe y desde ese momento no he vuelto a leerlo más.