miércoles, 23 de mayo de 2012

Una identidad para Beatriz


Beatriz María, así dice mi cédula de identidad, y mi partida de nacimiento. Así fui inscrita en ese cuadernito de jefatura civil en el que todos somos etiquetados como si fuésemos mermeladas en anaquel de supermercado. 

Beatriz, 7 letras que me nombran, Beatriz como mi madre, como mis 3 tías, como mi prima-hermana, como mi hermana mayor. Beatriz, como la del Dante, como la reina de Holanda. En el colegio, en clases de inglés era simplemente: Beatrice, como la hija regordeta de Sarah Ferguson-Duquesa de York-.

Entre tantas Beatrices, hubo que buscarse un apodo. ''Bea'' ya estaba ocupado por alguna de las mayores, y mi hermana, decidió en medio de balbuceo infantil que sería ''Batita''. Muchas historias detrás de ese sobrenombre, que me ha acompañado todos los días desde que tengo memoria.

Amigos, conocidos, panas, profesores, familiares han hecho del ''Batita'' el nombre con el que volteo. Con el que me graban en sus celulares, con el que me saludan por la calle. El Beatriz ha quedado reservado a pocas personas y a escasos momentos. Los regaños y reclamos se le hacen siempre a Beatriz. Las propuestas, invitaciones, confesiones siempre a Batita. Y el Bea, el Bea es ese nombre con el cuál solo algunos me llaman. Decir Beatriz, es -casi siempre- un detonante de conflicto y show. Decir Batita es llamar al alma de la fiesta, a la amiga siempre dispuesta a inventarse un plan, es decirle a la activista política que hay en mí que la necesitan en algún lugar para que discuta y salve la situación.

Batita tiene una cantidad insólita de derivados, como Bati, Batibati, Beta, Bat, Bats, Batichica. 

Tan variados como las actitudes que cada una de ellas emana, la @Batita_Gonzalez no es más que una Carrie Bradshaw en ciernes, que dispara tweets liberales,libertinos, filosóficos,mal intensos a dosporuno. Es tan solo una de las tantas que soy, La Batita 2.0 que bloggea, escribe, tuitea, es como la manzana del laberinto de Adán, mitadmentira-mitadverdad. Es el álter ego en el que la inseguridad se refugia. En el que los porqués se resuelven. En el que el atractivo y la confianza hacen acto de presencia. Batita tiene cervezas, rones, vaqueritos rojos y vestiditos cortos de vida alegre. Es autosuficiente, y se viste con una actitud de ''qué más da''. Se subraya los ojos con negro, y se resalta la boca de carmín. Conflictiva, miesteriosa, retadora. Batita tiene tinte de femme fatale de cine francés de la década del cincuenta. Batita no es del todo Beatriz.

Bea, es la titular de la vida 1.0, mucho menos divertida que ese circo virtual que se monta la Batita. Beatriz tiene deudas, responsabilidades, compromisos. Obligaciones, cuentas por pagar, to do lists por consumir. Sueños, temores, éxitos, fracasos, ídolos rotos, un corazón remendado y un miedo total y absoluto a la soledad. Beatriz tiene lentes de pasta, ojeras y un par de kilos demás. Una cantidad de libros en la mesa de noche, una serie de pensamientos de izquierda atrapados en el medio de sus dos cejas. Humanitaria, solidaria, con ganas de encajar en algún sitio. Busca la horma de su zapato, y la fórmula de la vida eterna. Bea, tampoco es Beatriz.

Beatriz aún está definiéndose, no quiere ser ni Bea, ni @Batita_Gonzalez 24/7. No quiere los temores de la primera, ni el estilo de vida de socialité de la segunda, porque tanto miedo deprime, y tanta fiesta agota. Porque no hay mal que dure cien años, ni fiesta que no se acabe. No quiere vivir en la sala de espera donde Bea busca entre páginas amarillentas de revistas viejas como ser ''La Chica Diez''. Pero no quiere desgastarse la cara de tanto maquillaje y flash, de tantas burbujas rodando por la garganta, ni tanto baile acumulándose en las piernas. No quiere depender de la 2.0 ni de bloggear para hacer catarsis. Quiere seguir escribiendo, en otro formato, sin seudónimo. Quiere que ese otro que lee, no se invente historias, que los alter egos están diseñados para entretener, nada más.

En resumen, Beatriz quiere ser un poco como Bea, a ratos como Batita, y finalmente quiere vivir, y que ya no le quede tiempo pa' otra cosa.

jueves, 3 de mayo de 2012

Ccs, 212 ciudad de ¿despedidas?



Caracas, una ciudad de despedidas.

Como ustedes saben yo no me edito nunca, pero tampoco soy una ''hater'' de oficio. Así que voy a dar mi visión del  documental, después de haberlo visto 3 veces.

No voy a criticar la producción ni mucho menos, creo, que de audiovisuales sé lo que sé de física cuántica, así que me ahorraré esos tecnicismos. Solo comentaré que el soundtrack me gustó y ciertos planos como las tomas del Ávila y de la ciudad.

El tema con el documental es que no llega. Que el mensaje se pierde. Que no me siento identificada.Que los testimonios de los chicos son plásticos, carentes de motivo/emotividad. Que las razones son tan erróneas. Que no me conecto con ninguno. Que siento que ellos viven una realidad disociada a la mía. Que ninguno trabaja/estudia, patea las calles, se involucra con el entorno. Que pierdo la fé en mi ''generación''. Que cuando cerré la ventanita del navegador solo podía decir ''coño, ojalá estos panas se vayan''.

Que hay gente que se va y tiene la vida resuelta, que tiene pasaporte europeo o visa gringa, pero hay otros que pasan roncha seria para salir de aquí. Y ellos no han sido incluidos. Que estamos los otros, en los que me cuento, que tenemos el corazón dividido entre dar la pelea aquí, o irnos pal carajo pero que no tenemos como, porque ''¿con qué rabo se sienta la cucaracha?''. Que de una u otra forma sentimos que ni siquiera posaron su mirada fuera del ghetto en el que cada uno vive, porque sí, vivimos en ghettos, el del Oeste, el del Este, el del Sur el del Norte. Ghettos que han sido sitiados por nuestros temores, por el hampa y la comodidad de no salir de ''mi zona de confort''.

Que sí, en Caracas -la quinta ciudad más peligrosa del mundo- roban, matan, violan, secuestran, pero no todo es sangre y miseria. Que hay esperanza y gente con ganas de echar pa' lante. Que es verdad, todos tenemos un cuento de alguien a quién ''le tiraron un quieto'', y al que ''ruletearon por horas pa' cobrar un rescate''. Tenemos colas, tráfico, bulla, colapso en el Metro. Pero los testimonios de los protagonistas de Caracas, Ciudad de Despedidas son las anécdotas de un grupo de panitas que -mandibuleo alante- nos narran sus planes cuando crucen esta frontera llamada Venezuela.

Lo he dicho antes, Caracas es bonita y conflictiva, como una mujer que ha querido mucho y la han querido mal. Y no tengo rollos con que decidan irse, siempre y cuando se vayan por las razones correctas, sin ''peros, oseas, ni pues'' que valgan.

Porque el tema del documental es increíble,pero fue muy mal llevado. Porque es doloroso ser parte de esos países que paren emigrantes, que es triste tener amigos por Skype, FB, Twitter. Que las Navidades sin tener a nuestra familia completa, y que conformarnos con la pseudo cotidianidad que la globalización nos da, es peor que vivir en medio de esta ciudad.

Porque no responde a mis preguntas básicas, cómo irse, a dónde, con quién, que pasa con el que se queda, con el que se va, con el que tiene que hacer cola para Cadivi, con el que cuenta los husos horarios para poder tener contacto con ese que está lejos...

Y yo, yo no me iría, porque -en palabras de Fito- cuando vos elegís la razón, yo prefiero siempre un poco de caos.

p.d: Lean ''Introducción al Símbolo de la Fe'' de Reinaldo Arenas, y sientan como yo, que sigo buscando  PATRIA