sábado, 16 de julio de 2011

Conociéndome en un párrafo.

Soy impaciente, un poco obsesiva e intranquila. Me gusta el color rojo, el negro y el tinto de verano. Los vestidos cortos de vida alegre, las canciones en francés y en catalán, los amaneceres y la luna solo si está en cuarto menguante. Odio la rutina y la gente intolerante. Me gusta el drama en pequeñas dosis tanto como me gustan las películas en blanco y negro. Soy más del tipo ‘’Lo que el viento se llevó’’ que ‘’Casablanca’’ porque no soporto los amores segundones, aún cuando siempre deseo que nos quede París. Alterno con total comodidad los tacones y el look de abogada con los Converse y la pinta relajada de concierto dominguero. Enemiga acérrima de los remakes, de la hipocresía, de las catiras con iniciativa y de los que se copian. Detesto el plagio en todas sus formas y presentaciones. Soy alérgica a algunas personas y al neopuritanismo. Me encanta bailar, en una fiesta, en la calle, en un concierto, en la ducha, en el andén del metro, en cualquier parte, pero siempre desatada, como las diosas. Prefiero gastar mi dinero en libros, discos y buena comida a estar derrochándolo en tintes y uñas acrílicas. Odio llorar en público y el vallenato de las camionetitas. Me muerdo el labio inferior cuando estoy furiosa y soy muy orgullosa como para admitir todo lo que me pasa. Disfruto una buena cerveza en un día de calor, y unos buenos rones en compañía. El tequila hace que mi ropa no se lleve bien con mi cuerpo y me entran ganas –incontrolables-de desnudarme. Amo cantar, y lo hago bastante bien, aún cuando solo canto dentro de la ducha. Tengo una pesadilla recurrente y la paranoia de que algún día perderé la memoria, o de que el lóbulo temporal me va a estallar de puro hastío. Mi sueño secreto es ganarme un Nóbel de la Paz para declinarlo elegantemente. Suelo amar con todos los sentidos, hasta con los malos pensamientos. Creo firmemente en que el día vale la pena si al menos obtuviste una sonrisa. Me gusta el verbo hacer y huir. Casi siempre sueño en blanco y negro y a todo le pongo un soundtrack. Me da vergüenza prestar los libros que leo porque todos están subrayados y con anotaciones en los márgenes, porque me gusta ‘’meterles mano’’ a los autores y a los textos que leo, si no, siento que no he leído. Me gusta leer el periódico en el piso y los libros en la cama. Le tengo un miedo increíble a que la gente lea todo lo que escribo, pero aún así publico, es una de esas ambivalencias que me permito. Tomo al menos dos tazas de café al día, suelo leer las revistas de moda en los consultorios médicos. No creo en los remilgos de recién conocidos y no tengo filtros, lo que pienso lo digo y ya está, el damage control se hace luego. Pienso que la lucha aquí es de igual a igual y a veces contra uno mismo. Sé que fuera de la felicidad son todo pretextos. Puedo ser un poco impuntual cuando estoy nerviosa. Soy víctima reciente del autosaboteo. Cuando estoy triste escucho coplas o boleros viejos, y si la tristeza es grande solo pongo música clásica. Soy una maniática del baño y puedo tomar 3 duchas al día. Fanática confesa de los amores imposibles y del flirteo vía redes sociales. Disfruto soñar despierta y andar por la vida descalza. Sé tanto de deportes como sé de historia universal. Cocino cuando estoy inspirada y odio tener que lavar los platos después. Mis nudos de corbata quedan bien bonitos, y me sale el Windsor mucho mejor que a muchos hombres que conozco. Tengo un instinto maternal súper desarrollado, me encantan las películas de Disney y colecciono los albums del mundial de fútbol. Tengo más camisas de deporte que la mayoría de mis amigos, y puedo recitarte de memoria la alineación de mis equipos favoritos. Soy del Madrid, de los Tiburones de la Guaira pero siento Vinotinto. Me gustan las palabras como pantaletas, pusilánimes y follar, y los refranes de vieja como ‘’ahora sí que de jodió la bicicleta’’. Si pudiera ser un piropo sería un sólido ‘’eso lo que está es mi amor’’. Me encantan las pecas casi tanto como odio los pies. Creo que no hay nada como ir manejando por la Cota Mil de noche. Me encanta jugar a salvar al mundo, la política y ser activista por los derechos humanos. Puedo ser tú mejor amigo en un juego de béisbol, la chica con la que vas a un concierto, y la mujer que quieres presentar en tu casa, todo eso al mismo tiempo. Soy muy desordenada y a veces creo que mi cuarto es un pequeño ecosistema autosuficiente. En los aviones siempre prefiero ir en la ventana y soy capaz de sacarle conversa a la señora de la cola del banco, al taxista que me lleva a la oficina y hasta al chamito que me carga las bolsas en el supermercado. Tengo un fetiche con los balcones y las terrazas. Me gustan más los perros que los gatos, y creo en que las palomas no aportan nada al ciclo de la vida, estorban, son sucias y nadie se las come. Me gusta comer las tortas con tenedor. Soy una compradora compulsiva de revistas. A veces interrumpo a la gente cuando habla y eso constituye uno de mis defectos más evidentes. Soy tan inconstante que a veces creo que no acabaré nada –nunca-. Me gustan las tiendas de ropa vintage y de antigüedades, los mercados de las pulgas y las ventas de garage. Soy súper sentimental. No sé silbar y prefiero escribir con bolígrafo, negro de preferencia. Necesito miles de cosas, entre ellas una Moleskine. Lo reconozco, a veces manipulo. Soy adicta al nestea, mal. Cuando sé que no me voy a levantar dejo abierta la cortina un poco y asigno a uno de mis amigos la labor de despertarme. Me gusta el kiwi, el mango y el helado de tiramisú. Me dan morbo los sitios muy concurridos, y las barras de los bares. Creo en la terapia de piso como algo catártico, consiste en acostarse boca arriba en el piso del cuarto mirando al techo, poniendo la mente en blanco. Soy jodidamente insomne, tanto que siento que este año he envejecido una década por no dormir bien. Mi inglés es excelente y 100% autodidacta. No me gusta despertar, las veces que duermo, porque cuando duermo sueño y despertar se hace más duro. Tengo temor a estar con alguien solo por no estar sola, odio la rutina y los hábitos. Uso lentes desde los 8 años y no sé vivir sin ellos. A donde quiera que vaya llevo mi almohada.

En resumen quiero vivir en puntos suspensivos porque yo soy como un número cardinal.

1 comentario:

  1. Bati,

    Debo reconocer que nos paremos más de lo que creía. Es muy cómico, pero hace añales cuando escribir no era más que una necesidad obligada en mi carrera y metafísica era mi tema, me senté un día a escribir "cosas que debes saber de mi", por un niño que amaba y -para variar- no me paraba.

    Este año, que ha sido MI año y el año de descubrir quién es Lau he escrito algunas cosas pero aún no publico. Recién ayer monté uno viejo que encontré (de Enero) que se llama: Se Busca, te lo dejé en tu Twitter.

    :)

    Me encanta compartir blog con vos.

    Muacks

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