domingo, 20 de abril de 2014

Regresar a escribir.




Un día escribí que ‘’escribir no es más que un ejercicio de desnudez’’, y a mí me encantaba estar desnuda, sentarme sin miramientos y teclear palabras, disparar caracteres a velocidad de AK-47, y darle a ‘’postear’’ sin contemplaciones.

Pero un día, de tanto escribir, perdí el don, el talento. Me oxidé,  me volví perezosa, regresé a mi pasado inconstante de ‘’no terminar las cosas nunca’’, de dejarlo todo a medio camino. Como el rompecabezas que jamás terminé, las lecciones de cuatro que abandoné. Como mi vida. Un día decidí no vivirla y dejarla ahí, en stand by, junto a la escritura.

También por esa época dejé de leer y comencé a beber más que nunca. Requería menos neuronas y esfuerzo, y producía ‘’más o menos’’ la ‘’misma’’ sensación.
¡Qué estúpida fui!

Volví a leer. Dejé la bebida. Y heme aquí, papel y lápiz delante, computadora dispuesta, y nada. Horas mirando el mundo enorme y limitante de una hoja en blanco. Física y digitalmente abrumadora. Sin ideas. Sin palabras. Sin historias.
A mi escribir me daba vida. Me daba aire. Me compraba paz. Y justo ahora necesito eso, y nada sale. Y se me desaceleran los latidos, y la piel se me pone fría. Y me falta oxígeno. Me faltan letras.


Pero nada, que esta batalla se pelea caracter por caracter. Y ya una vez que se rompe el blanco impoluto de la página, solo queda seguir escribiendo, a ver si un día, de tanto hacerlo… algo me sale bien.

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