El asunto está en que nos falta amor, y nos sobran cosas. Tenemos blackberrys y smartphones para comunicarnos a la velocidad de la luz, computadoras con Skype, televisores con acceso a internet.
Tenemos ipods para atestarnos la vida de música y dejar de oír nuestros propios pensamientos, tenemos agendas para acordarnos las cosas más sencillas, como respirar, pensar, dar besos. Tenemos tarjetas de crédito y débito, chequeras, acceso a cualquier moneda extranjera en el mercado negro, pero no tenemos planes, ideas, escapes.
Vamos por la vida dando tumbos, desbocados y sin fijarnos en lo más mínimo. No disfrutamos de la luz del amanecer, del cambio en el clima, de las miradas de la gente cuando vamos por la calle. Todo lo hacemos de forma autómata.
Nos volvimos competitivos, unas máquinas para conseguir el éxito, para llenarnos de lujo, para sobrevivir al 15 y último y encadenarnos aún más a todas esas personas que nos adulan.
Pues hoy digo que no quiero nada de esto. Que estoy harta. Harta de fingir que me cae bien todo el mundo y que necesito sus mimos y atenciones, y los reto a esto, a que creemos una nueva generación, de frikis, de yonquis, de hippies adictos al amor, de gente colmada de buena vibra.
Que nos tornemos en una generación de buenos días con besos y sonrisas para regalar. De carcajadas en andenes de metro, de poemas, textos, y tweets. Que nos volvamos creativos y le digamos no al plagio, que empecemos a leer cosas de verdad. Que retornemos a lo sencillo, a lo básico.
Que lancemos las agendas al cubo de la basura y que hagamos solo aquello que nos haga feliz, que sé que tenemos que pagar las cuentas, y cumplir con ciertas cosas, pero que no estamos obligados a frustrarnos, a amarrarnos a un trabajo mediocre de 2 a 6 solo para tener dinero.
Vamos a parar el tiempo, a desconectar los relojes. A jugar como niños, a amar como adolescentes, a ser irreverentes, ¿qué más da?.
Borremos los malos recuerdos, y pasemos el día con buenos tragos. Súbanse la falda, quítense los tacones y bailen encima de las mesas. Pónganse medias de colores aún cuando tengan zapatos aburridos. Besen, amen, sean libres... porque para eso es la vida.
Dejemos los no-puedo, y pensemos una mejor manera de hacer aquello que siempre hemos querido.
Dediquémonos a vivir, y que ya no nos quede tiempo pa' otra cosa.
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