jueves, 11 de agosto de 2011

Teatro Imposible.


Tengo la firme convicción de que uno lee para completar lo inacabado. Para completarse.

Apenas llevo un par de semanas en vacaciones y ya me he leído 5 libros. Corrijo, ya le he metido mano a 5 libros.

Meterle mano a un libro significa subrayarlo, doblar alguna página que nos llamó la atención, hacerle anotaciones en los márgenes, llevarlo para arriba y para abajo, abrazarse a él como si fuera una tabla de náufrago, nuestra única salvación.

Es dejarle alguna manchita al libro, algún rastro que indique que uno estuvo allí.

El protagonista de esta semana se llama ‘’Teatro Imposible”. Es de Floriano Martins.

Un libro de esos perturbadores, llenos de historias entrelazadas, de frases que se sienten como un disparo en la cabeza, como un orgasmo interminable, como una sobredosis de pastillas para dormir.

Como un despecho cósmico, como un amor de verano… como una lectura obligada y obsesiva.

Las frases que aparecen en el libro han sido -hasta ahora- tan acertadas que tengo que cerrarlo a veces para no sentir que me abofetean.

Ayer, por ejemplo abrí el libro en una página cualquiera y leí, despreocupada la primera frase, decía:

La vida de nadie está preparada para el amor.

Que duro. Que cierto.

Cerré el libro de golpe y desde ese momento no he vuelto a leerlo más.

lunes, 25 de julio de 2011

Caracas.

Todas las historias necesitan un punto de partida, un hecho memorable, un suceso inesperado, un lugar en el cuál desenvolverse. La literatura me ha enseñado que todas y cada una de sus historias tienen una ciudad, un país, un espacio donde los eventos coinciden y las personas se encuentran. 

A veces esa ciudad no es más que el producto de una casualidad, de un ''esta ciudad me gusta y quiero que sea parte de mi novela''. 

Digamos pues que no hay historia sin ciudad, ni ciudad sin historia.

A veces creo que mi vida es un largometraje, o una novela cuyo estilo aún no logro descifrar y que como protagonista tengo una relación interesante con Caracas, que a fin de cuentas es la ciudad donde se desarrolla mi historia. 

Es mi ciudad, pues.

Y es curioso como el nacer en determinada ciudad y el crecer allí va moldeando poco a poco quienes somos y qué hacemos.

 Sueño frecuentemente en irme de ella y volver, después de muchos años, como en esos libros donde los protagonistas viajan (real o metafóricamente) y vuelven al mismo sitio, pero cambiados, y se dan cuenta que todo es distinto, no mejor, ni peor, sino distinto, como si la ciudad no hubiera podido esperarnos pacientemente, como si la ciudad tuviera la necesidad imperiosa de cambiar, aún en contra de nuestra voluntad.

Y hoy, que Caracas tiene 444 años, y tantas historias como habitantes quise escribir de ella, sobre ella más no para ella. Quise escribirle para mí, describirla como la veo, como la percibo, sin otra intención que la de plasmar en este espacio todo lo que ella representa.

Caracas tiene como soundtrack el incesante corneteo de los carros, las voces de los conductores, los gritos de los vendedores ambulantes. Suena al ''papita, maní, tostón'' o al tan mentado ''café, café, café'' de las mañanas de cola. Suena a un río Guaire que corre velozmente durante las tardes de lluvia.

Caracas, como buena mujer -porque para mí lo es- tiene siempre una carta bajo la manga, una sonrisa amable en un peatón, un piropo bonito al cruzar la calle, una tienda cuya vitrina jamás habíamos visto. Un concierto, una inauguración de alguna galería, una plaza rehabilitada. Unas guacamayas cruzando impertérritas un cielo que sirve de carpa a este caos tan maravilloso. 

Tiene colores,olores y formas que la hacen a veces sultana del Ávila y otras tantas me la muestran desteñida, como una mujer de la calle que ha sido golpeada por la vida, y es allí cuando caigo en un hueco, cuando un motorizado me lleva el retrovisor, cuando veo a alguien coléandose por el hombrillo, cuando la encuentro tan llenita de basura y sin esperanza. Y me da un sentimiento y una tristeza enormes.

Y la siento desprotegida y sin alguien dispuesto a darle un cariñito, sin una persona que la conquiste y la reconquiste a fuerza de Políticas Públicas Eficientes, pero de repente aparece alguien con un poquito de iniciativa y se dispone y se destaca, y le gana la batalla momentánea a los huecos y a los malandros, y vence a la basura, y propone algo nuevo.

 Un concierto, un cambalache de libros, un mercadito de artesanos. Y Caracas sonríe, y colabora, y se emperifolla, y se arregla las nubes coquetas y nos muestra un Ávila bonito, en tonos azules-ocres-verdes-naranjas, porque Caracas sabe que el Ávila cambia de color a cada minuto. 

Entonces yo la miro, y le pido disculpas por todas las veces que maldije su caos, por todas las veces que me quejé de ella, de su Metro, de sus esquinas inseguras, de la basura y del tráfico. Y le sonrío al Ávila, y agradezco tenerlo allí, como muestra real de que en tanto caos la belleza siempre resalta, de que entre tanta maldad e ineficiencia siempre hay algo bueno,algo rescatable.

Y me percato que el problema no es que Caracas sea así de ambivalente, sino que somos nosotros quienes de una manera u otra la volvimos así, hostil, huidiza, conflictiva, como una mujer que ha querido mucho y la han querido mal, entonces me molesto y me pongo proactiva, y boto la basura en la papelera, y bajo el volumen de la música que oigo en el carro, y retomo la cruzada ''Por una Caracas más amable'' y la transformo en  ''Por unos CARAQUEÑOS más amables''. 

Para que sea verdad el ''Caracas, TE QUIERO. Vivirte sin miedos'', solo tengo que empezar a trabajar en ello, a ser cada día más y mejor, para mí y para ella, que necesita gente dispuesta a ayudarla.

Así que desde esta trinchera cibernética, desde este lado de mi ghetto, te invito a que no pidas una Caracas AMABLE, sino a que tú empieces por ser un mejor Caraqueño.

martes, 19 de julio de 2011

Tuitear o no Tuitear. O de como conocí vía 2.0 a Moisés Naím

Mi nombre es Beatriz González, y aparte de ser guapa y escritora soy rematada y decididamente adicta al tuiter. 

Sí, lo soy. ( si estuviéramos en una reunión de A/A los presentes contestarían ''¡Hola, Beatriz! y yo asumiría mi adicción como un paso para recuperarme, pero no lo estámos y NO dejaré de tuitear).

A veces me pongo a pensar en mis seguidores en tuiter, entre los que cuentan familiares, amigos, conocidos, desconocidos, profesores -pasados y actuales-, políticos, medios, etc, etc, y digo ¿de verdad esta gente me LEE?. Corrección, ¿de verdad esta gente LEE MIS TUITS?.

Y me preocupo, solo un poco, pero me preocupo al fin y al cabo porque comienzo a pensar en todas las babosadas que escribo, en los tuits políticos, los románticos, los intensos, los intolerantes, los graciosos, los llorones, los deportivos, los reflexivos y demás periquitos varios a los que hago referencia en esa barrita de texto de 140 caracteres. 


Y es allí donde me digo ''Coño, Beatriz, bájale dos''. Y sucumbo -a veces- a la autocensura.

Hasta hoy. O mejor dicho, hasta ayer y hoy. Les explico.

Yo creo firmemente en la lectura como el remedio infalible contra los vicios y la ignorancia, así que con un grupo de amigos y profesores tan gallos como yo, creamos el hashtag #lunesdelibros en el que cada uno recomienda CUALQUIER libro para leer.

Por casualidades de la vida mi recomendación de ayer fue el libro ILICITO, de Moisés Naím. Fue un tweet cortico, sencillo. Tipo ''les recomiendo leer Ilícito de Moisés Naím'' o algo así.

Entre tantos tuits creí que ese pasaría desapercibido, cuando me doy cuenta -pasadas varias horas- que tenía un mensaje directo de tuiter, de nada más y nada menos... Moisés Naím. 

Sí, así como lo leen. El ex Ministro de Fomento, ganador del premio Ortega Y Gasset 2010, escritor de una cantidad increíble de ensayos respetadísimos, columnista de El País de España...en fin, yo, una simple mortal de 1.53 y una verborrea tuitera incontrolable tenía un mensaje directo del señor Naím.

El mensaje parco y formal era para agradecer que recomendara su libro y para pedirme una dirección de correo electrónico. A los pocos segundos y un mensaje directo -mío- más tarde ya Mr Naím tenía mi email.

No le di más importancia, me dediqué a estudiar Procesal y para sorpresa de todos, y de ésta humilde servidora hoy tenía un EMAIL PERSONALIZADO de Moisés -sí, empezaré a tutearlo con todo el cariño del mundo- . 

Heme aquí, teniendo mi primer momento rockstar a mis 21 años, entre nervios y saltitos de Dorothy con zapatillas rojas en pleno camino a Oz me senté a leer el mail. No podía creerlo. Moisés Naím me escribía a mi, venezolana, mayor de edad, adeca, protestaria, adicta al tuiter y abogada en formación un correo de lo más amable. 

El correo se los copio aquí, para que conozcan también al personaje.

Batita,
Como quizas sepas, soy uno de tus seguidores en Twitter. Lo que seguramente no sabes es que leo cada uno de tus tuits. Con frecuencia me haces reir y -mas importante para mi -  tus comentarios abren una ventana que me permite asomarme a lo que hacen, piensan y dicen los venezolanos de tu generacion --a quienes los de la mia les hemos dejado un muy mal pais. Pero estoy seguro que ustedes sabran repararlo.
Que estudias? Donde?
Muchas gracias por haber recomendado mi libro y por tus amables comentarios sobre lo que escribo. Me gustaria mandarte el DVD con el film que  hizo National Geographic\PBS sobre el libro. Adonde y como es la mejor manera de hacertelo llegar?
Cordiales saludos
MN


Evidentemente me senté en la computadora a leer y releer el mail, enfocando los ojitos para ver si era verdad. Así que ya le respondí, un mail cariñoso y medio largo, que espero que lea con toda la calma del mundo, que entienda que me voy un poquito por las ramas...pero es que no todos los días una recibe un correo de alguien tan importante.

En conclusión Batita ya tiene su momento de rockstar y una moraleja que dar, no se censuren en tuiter... quién quita que un solo tuit los acerque a su ídolo o a una oportunidad de vida increíble.

P.D: Valga la cuña, lean ILÍCITO y sigan @MoisesNaim 

sábado, 16 de julio de 2011

Odio.Odios.


Odio la mala ortografía, y la falta de coherencia de alguna gente al hablar. Odio las verborreas de otros y que conjuguen los verbos como ''dijistES, pensastES, hablastES''; odio el ''veníaNOS, estábaNOS'' y demás aberraciones que alguna gente dice de manera natural.

Odio el ''más fino'', las palabras como ''cabello, cachapera, mondongo, sobaco y maruto''. Me parecen niches y ya.

Odio que la gente bote basura a la calle, que no de permiso en el Metro, que escuche su música a todo volumen y atormente al resto de la población que forzosamente debe oírla.

Odio la falta de políticas públicas serias, la gente que se pega a la corneta apenas cambia el semáforo, y los huecos de las calles de Caracas, y los policías acostados que no están debidamente pintados de amarillo. Los ODIO.

Odio el exceso de propaganda política y las cuñas de zapatos Made in Venezuela. Come on, versionar a Justin Bieber en un comercial de cholas SIFRINA'S es terrible, FOR REAL.

Odio que hayan más tetas plásticas que mujeres estudiando para superarse. No tengo nada en contra de las tetas, pero acompáñenlas con algo de materia gris. Odio que le preguntes a alguien '' ¿y tú qué lees?'' y te respondan con libros de Paulo Coelho, Deepak Chopra, Carlos Fraga y toda esa paja del Secreto y la Autoayuda. Señores, los hombres y las mujeres somos del planeta Tierra, dejen de creer en la pendejada de ''son de Marte/Venus'' que por eso estamos como estamos, SOLTEROS y calándonos un poco de dates fallidas.

Odio a los socialistas trasnochados europeos que no son más que unos tarifados para hablar bien del régimen. Sí, amigo de Le Monde Diplomatique es CONTIGO. Odio que los voceros del gobierno no sepan que una doble negación en una oración es una afirmación, sí, Eva Golinger, cuando dijiste que la ''Habilitante no usurpa nada'' dijiste en resumen que lo USURPA TODO. (Two thumbs up pa' la gringa).

Odio que me meta a bañar y después de haberme mojado el pelo descubra que NO hay champú, odio que usen mi ropa sin mi permiso, y que dejen todos los electrodomésticos/equipos electrónicos conectados cuando no se usan.

Odio que Cuevana se guinde, que Twitter no me abra y la gente que escribe pendejadas en Facebook y te taggea en fotos de productos, babe en serio si quisiera COMPRARTE algo te escribiría, no me taggees en tus albums de ''matar tigritos''.

Odio a la Shakira actual, eso de ''LOBA/LOCA/RABIOSA/GORDITA'' es un huge no-no sister... de verdad. Pero aún cuando odio a la nueva Shakira siento que aún todo lo pega, y que a veces me encuentro tan saturada de su musiquita que la canto inconscientemente . (And im crazy but you like it).

Odio que la gente que trabaja en McDonald's sea tan incompetente siempre, y que además te atiendan con cara de culo. Dude, no es mi culpa que estés de ese lado del mostrador, suck it up y se atento con el público, que en esta pelazón al menos tienes un trabajo. (Sad but true).

Odio que se acabe el Nestea, el pudín de chocolate, y el atún en mi casa. Odio quedarme sin saldo/señal en el teléfono. Odio llorar delante de la gente, odio las malas traducciones y las películas dobladas a españoleto.

Odio que la gente que quiero viva lejos, odio las fronteras, los códigos postales, los husos horarios, las visas y todos esos trámites geográficos/administrativos/burocráticos que nos alejan de los que amamos. PUNTO.

Odio cuando hace frío y llueve y me toca estar en clases o en la oficina y no arropadita viendo pelis. Odio cuando el Madrid la caga, odio el malhumor constante de Mourinho, odio a Messi y a Maradroga. Odio que los deportistas,artistas y afines se presten a mariqueras políticas, Pastor Maldonado, El Potro, Dudamel, etc de verdad no lo necesitan, y menos en este país que es full polarizado.

Odio las injusticias, las mentiras, y sentir que todo lo que estudio es una mera utopía. Odio la mediocridad, la gente que cree que con sus ''atributos'' y su dinero pueden pisotear a todo el mundo. Odio a la gente intolerante y las patologías colectivas (por eso odio la estupidez del chavismo y la tesis de que ''lo tienen engañado).

Odio que el ipod se quede sin baterías en un viaje largo de avión o autobús. Odio que no me miren a los ojos, que no me tomen de la mano, y que no me besen con frecuencia. Odio que me subestimen. Odio que el pescado del sushi no esté fresco, odio que el vino tinto no tenga la temperatura exacta. Odio a la gente caletrera y que se copia. Odio la viveza criolla y el ''jugar caribe''.

Odio perder las cosas, odio perder apuestas, odio perder amigos.Odio que las religiones y los países separen a la gente en bandos.Odio los conceptos absolutos, los blancos puros y los negros forro de urna.

 Odio no ganarle la batalla a todos mis miedos, odio ser indecisa, odio no dejarme llevar tanto como antes. Odio las colas de Caracas en días lluviosos, y tener que pasarlas sola. Odio sentirme sola, odio jalar bolas. 

ODIO decir me equivoqué.

Odio amar a distancia, odio querer a medias, odio arrepentirme.

Pero por cada cosa que odio, estoy segura que hay al menos dos que amo con locura, mientras la cuenta sea así vamos tablas. ¿O no?

Conociéndome en un párrafo.

Soy impaciente, un poco obsesiva e intranquila. Me gusta el color rojo, el negro y el tinto de verano. Los vestidos cortos de vida alegre, las canciones en francés y en catalán, los amaneceres y la luna solo si está en cuarto menguante. Odio la rutina y la gente intolerante. Me gusta el drama en pequeñas dosis tanto como me gustan las películas en blanco y negro. Soy más del tipo ‘’Lo que el viento se llevó’’ que ‘’Casablanca’’ porque no soporto los amores segundones, aún cuando siempre deseo que nos quede París. Alterno con total comodidad los tacones y el look de abogada con los Converse y la pinta relajada de concierto dominguero. Enemiga acérrima de los remakes, de la hipocresía, de las catiras con iniciativa y de los que se copian. Detesto el plagio en todas sus formas y presentaciones. Soy alérgica a algunas personas y al neopuritanismo. Me encanta bailar, en una fiesta, en la calle, en un concierto, en la ducha, en el andén del metro, en cualquier parte, pero siempre desatada, como las diosas. Prefiero gastar mi dinero en libros, discos y buena comida a estar derrochándolo en tintes y uñas acrílicas. Odio llorar en público y el vallenato de las camionetitas. Me muerdo el labio inferior cuando estoy furiosa y soy muy orgullosa como para admitir todo lo que me pasa. Disfruto una buena cerveza en un día de calor, y unos buenos rones en compañía. El tequila hace que mi ropa no se lleve bien con mi cuerpo y me entran ganas –incontrolables-de desnudarme. Amo cantar, y lo hago bastante bien, aún cuando solo canto dentro de la ducha. Tengo una pesadilla recurrente y la paranoia de que algún día perderé la memoria, o de que el lóbulo temporal me va a estallar de puro hastío. Mi sueño secreto es ganarme un Nóbel de la Paz para declinarlo elegantemente. Suelo amar con todos los sentidos, hasta con los malos pensamientos. Creo firmemente en que el día vale la pena si al menos obtuviste una sonrisa. Me gusta el verbo hacer y huir. Casi siempre sueño en blanco y negro y a todo le pongo un soundtrack. Me da vergüenza prestar los libros que leo porque todos están subrayados y con anotaciones en los márgenes, porque me gusta ‘’meterles mano’’ a los autores y a los textos que leo, si no, siento que no he leído. Me gusta leer el periódico en el piso y los libros en la cama. Le tengo un miedo increíble a que la gente lea todo lo que escribo, pero aún así publico, es una de esas ambivalencias que me permito. Tomo al menos dos tazas de café al día, suelo leer las revistas de moda en los consultorios médicos. No creo en los remilgos de recién conocidos y no tengo filtros, lo que pienso lo digo y ya está, el damage control se hace luego. Pienso que la lucha aquí es de igual a igual y a veces contra uno mismo. Sé que fuera de la felicidad son todo pretextos. Puedo ser un poco impuntual cuando estoy nerviosa. Soy víctima reciente del autosaboteo. Cuando estoy triste escucho coplas o boleros viejos, y si la tristeza es grande solo pongo música clásica. Soy una maniática del baño y puedo tomar 3 duchas al día. Fanática confesa de los amores imposibles y del flirteo vía redes sociales. Disfruto soñar despierta y andar por la vida descalza. Sé tanto de deportes como sé de historia universal. Cocino cuando estoy inspirada y odio tener que lavar los platos después. Mis nudos de corbata quedan bien bonitos, y me sale el Windsor mucho mejor que a muchos hombres que conozco. Tengo un instinto maternal súper desarrollado, me encantan las películas de Disney y colecciono los albums del mundial de fútbol. Tengo más camisas de deporte que la mayoría de mis amigos, y puedo recitarte de memoria la alineación de mis equipos favoritos. Soy del Madrid, de los Tiburones de la Guaira pero siento Vinotinto. Me gustan las palabras como pantaletas, pusilánimes y follar, y los refranes de vieja como ‘’ahora sí que de jodió la bicicleta’’. Si pudiera ser un piropo sería un sólido ‘’eso lo que está es mi amor’’. Me encantan las pecas casi tanto como odio los pies. Creo que no hay nada como ir manejando por la Cota Mil de noche. Me encanta jugar a salvar al mundo, la política y ser activista por los derechos humanos. Puedo ser tú mejor amigo en un juego de béisbol, la chica con la que vas a un concierto, y la mujer que quieres presentar en tu casa, todo eso al mismo tiempo. Soy muy desordenada y a veces creo que mi cuarto es un pequeño ecosistema autosuficiente. En los aviones siempre prefiero ir en la ventana y soy capaz de sacarle conversa a la señora de la cola del banco, al taxista que me lleva a la oficina y hasta al chamito que me carga las bolsas en el supermercado. Tengo un fetiche con los balcones y las terrazas. Me gustan más los perros que los gatos, y creo en que las palomas no aportan nada al ciclo de la vida, estorban, son sucias y nadie se las come. Me gusta comer las tortas con tenedor. Soy una compradora compulsiva de revistas. A veces interrumpo a la gente cuando habla y eso constituye uno de mis defectos más evidentes. Soy tan inconstante que a veces creo que no acabaré nada –nunca-. Me gustan las tiendas de ropa vintage y de antigüedades, los mercados de las pulgas y las ventas de garage. Soy súper sentimental. No sé silbar y prefiero escribir con bolígrafo, negro de preferencia. Necesito miles de cosas, entre ellas una Moleskine. Lo reconozco, a veces manipulo. Soy adicta al nestea, mal. Cuando sé que no me voy a levantar dejo abierta la cortina un poco y asigno a uno de mis amigos la labor de despertarme. Me gusta el kiwi, el mango y el helado de tiramisú. Me dan morbo los sitios muy concurridos, y las barras de los bares. Creo en la terapia de piso como algo catártico, consiste en acostarse boca arriba en el piso del cuarto mirando al techo, poniendo la mente en blanco. Soy jodidamente insomne, tanto que siento que este año he envejecido una década por no dormir bien. Mi inglés es excelente y 100% autodidacta. No me gusta despertar, las veces que duermo, porque cuando duermo sueño y despertar se hace más duro. Tengo temor a estar con alguien solo por no estar sola, odio la rutina y los hábitos. Uso lentes desde los 8 años y no sé vivir sin ellos. A donde quiera que vaya llevo mi almohada.

En resumen quiero vivir en puntos suspensivos porque yo soy como un número cardinal.

jueves, 23 de junio de 2011

Realidades para Fulano. Votos Matrimoniales -ficticios-

Fulano, en algún momento de valentía o de estupidez visualicé mi futuro contigo. Lo transformé en una Carta que fue leída por 800 personas cuando tenía apenas 21 años. En ese momento, Fulano… era romántica e idealista. Ahora no lo soy.

Hoy estoy frente a ti, y frente a todas estas personas sin ser ni un poco romántica, ni idealista. Hoy estoy aquí segura y confiada, segura de amarte con todo lo que soy y lo que tengo, con lo que he vivido y con lo que aún sueño.

 Estoy confiada Fulano, en que tú y yo hacemos un buen equipo.

 Un equipo que tiene la fortaleza para superar las pruebas que la vida nos coloca día a día, pero con la certeza de que hay momentos para luchar juntos y otros momentos en los que cada uno tendrá que elegir su batalla, pues para algo somos un equipo.

Fulano, no vine a hablarte ni a narrarles a ellos el momento en que supe a ciencia cierta que quería compartir mi vida contigo, ni vine a decirte a ti que esto será hasta que la muerte nos separe, porque mi amor, no puedo prometerte una eternidad, porque somos tiempo y espacio, solo puedo prometer amarte, tratarte con todo el respeto del mundo y darte todo aquello que pueda hacerte un hombre feliz.

El amor que te tengo es tolerante, comprensivo y paciente. Está lleno de bondad, de cariño y de ese yo no sé que que me hace mirarte con la misma devoción que el primer día. 

Solo tengo para ofrecerte mi amor, que está dispuesto a llenarte de felicidad, de buenos momentos para soportar los malos tiempos, que sirva para darte ánimos y ‘’para ser tu sostén cuando la vida te duela’’.

Supe que me casaría contigo en ese instante en el que descubrí que siempre ‘’estás dispuesto a pedirle más a la vida’’. Imagínate, yo... que pasé media vida pensando en que el día de ''sí,acepto'' no me llegaría nunca. Las vueltas que da la vida Fulano. 

Te ví, te conocí, nos hicimos novios...y el día menos pensando me dí cuenta de eso, de que eres ese que quiero ver todas las mañanas, que es contigo con quién quiero compartir mis alegrías, mis derrotas. Y me encanta sabernos ciertos y distintos, me encanta que tengamos todo/nada en común, que tengamos tantas cosas similares y a la vez tantas diferencias. Porque contigo todos los días es verano, o de noche... porque contigo el mundo gira un poco más deprisa, o soy yo que de tanto pasarlo bien a tu lado siento que va más rápido todo.

Quiero decirte, Fulano que mi amor está dispuesto a secarte las lágrimas, a atesorarte los sueños, a guardarte las caricias en la caja del recuerdo, a llenarte el día de listas y de risas. Mi amor está aquí, diciéndote delante de la gente todo lo que en la intimidad ya te he hecho saber, porque no me avergüenzo de quererte, ni de querernos. Porque quiero ir por la calle de tu brazo y saber con tan solo mirarme la mano derecha y ver este anillo que en algún lugar estás tú, y que estamos juntos en esto.

No te prometo una ‘’familia perfecta’’, para nada. Prometo darte una familia en toda la extensión de la palabra, con nuestros enfados casuales, con una que otra rutina, con un par de discusiones tontas y con mucha realidad.

Tal vez eso es lo único que puedo prometerte. Un poco de realidad, una realidad que día a día construiremos juntos, una realidad que se ve materializada hoy en este anillo, que será el signo inequívoco de nuestra relación, de nuestra unión, de la consolidación de todo aquello que durante todo este tiempo hemos comenzado a dibujar.

Así que heme aquí. Confiada y segura. LLena de realidad.

Un clóset lleno de casualidades.

Hay gente que llega a nuestra vida por mera casualidad. 

Es verdad que nuestra vida está plagada de casualidades, al menos así leí en un libro de Milan Kundera, en alguna de las páginas de la Insoportable Levedad del Ser decía:

''Nuestra vida cotidiana es bombardeada por casualidades, más exactamente por encuentros casuales de personas y acontecimientos a los que se llama coincidencias. Coincidencia significa que dos acontecimientos inesperados ocurren al mismo tiempo, que se encuentran''.

Con este mundo cada vez más globalizado y conectado hacen falta -si acaso- dos clicks para coincidir con alguien. 

En el último mes, he coincidido con dos personas, interesantes por demás, una vía Twitter, y otra vía blogger. Del primero, no tengo porque contarles nada, que si cuento se empava... de la segunda persona... vaya, de ella tengo un post entero y unas cuántas fotos.

Empezaré entonces a narrarles como esta chica se convirtió en mi nueva casualidad, como diría TOTO.

Es bien sabido para los que me conocen , y para los que no -solo les basta leer el título del blog- que me considero guapa y que me interesa en cierto grado la moda. 

La moda entendida como la expresión de uno mismo a través de la ropa que nos ponemos, de la actitud con la que decidimos ponernos un par de Converse o unos tacones de infarto. 

La moda, pues como la exteriorización de ese ''quién soy/que me gusta/que me representa''.

Para hacerles el cuento corto, un día navegando en la web revisaba con que combinar unos pantalones azul turquesa que me había comprado, dándome cuenta apenas los compré que eran un poco difíciles de combinar con algo, pues nada, Google mediante y un par de clicks me llevaron al clóset virtual de una chica. 

Revisando por aquí y por allá vi que era venezolana, que estaba estudiando en Miami y que cree firmemente en que uno puede bloggear sobre moda sin ser frívola, que es -en sus palabras- ''cuestión de cuidar el tono, preocuparse por uno mismo, estar a gusto con quienes somos -lo que vestimos y usamos- no está peleado con el interés que tengamos hacia otros temas''.

Pues nada, pasó un tiempo y por otra casualidad descubrí que estaba en Caracas, así que decidí conocerla y entrevistarla. 

Considero importante conectarse con la gente y apoyo la bandera de ''bloggers unite''.

La agregué al pin, me cité con ella y allí estábamos las dos conversando animadamente sobre metas, proyectos, posts de blogs, sobre tendencias y estilos. Hasta hablamos de política, de como sobrevivir al cupo Cadivi y de la mala maña que tiene la venezolana de andar con el pelo planchado 24/7.

Fueron un par de horas de conversa relajada, después de un par de tés me confesó que al mudarse a Miami había encontrado ''la oportunidad perfecta para reinvertarme''.

Porque ella y yo creemos con fervor en el mantra:

''Ser quien eres. Y que NO te importe más nada''.

Así que este post va dedicado a Daniela Ramírez. Venezolana de nacimiento, Mayamera adoptada, apasionada de la cultura, fashion gurú, dueña de Nany's Klozet y activista por el derecho que todos tenemos a ser quienes somos.

Ella no quiere ser parte del montón. Yo tampoco. 

Por eso bloggeamos y nos vestimos como queremos, sin pararle mucho al que dirán.





lunes, 2 de mayo de 2011

Vida

La vida es arbitraria. No conoce de reglas, ni de manuales de procedimiento. No viene con un librito de instrucciones, ni con garantía…

Está abarrotada de zozobra, asombro, desconcierto. Llena de sorpresas y puntos de inflexión, de encrucijadas y bifurcaciones. De decisiones. Su libre albedrío es esquivo a razones, no cree en nada ni en nadie.

Casi siempre tiene un as bajo la manga, y cuando no lo tiene se vale de un séquito de personas que vienen a ponerla patas arriba.

La vida es como una mujer, indescifrable, impredecible, caprichosa y a veces, insoportable. Nos seduce, nos confunde, a veces solo queremos vivirla y otras tantas solo necesitamos saber cuándo se acaba.

Casi nunca acepta pactos, tratos, ni treguas, y cuando creas que te ha aceptado algún tipo de canje descubrirás que, más adelante, había alguna trampa escondida, como las letras pequeñitas de los documentos notariados.

No tiene advertencias, ni señalizaciones a lo largo de la vía. Su regla máxima es que hay que vivirla, y que solo el golpe nos avisa.

A la vida no se llega tarde, ni temprano… ella juega con el tiempo sin pizca de culpa. Va y viene. La vida si no la gana, la empata, y si no la empata, la enreda.

La vida es un reloj de arena al que no se le da vuelta, una vez que empieza a correr –indómita- no hay quien la pare.

No hay manual para descubrir sus espejismos, acertijos y pasajes secretos. Nunca es mansa. Es rebelde. No se deja domesticar. No se planea, ni cumple cronogramas, horarios ni acepta algún tipo de estrategia de espacio/tiempo. 

No se parece a ninguna película, libro o poema, no es siquiera un poco parecida a nuestra canción favorita.

La vida es una palabra compuesta, es SER/ESTAR. O serestar, así toda junta y revuelta. Dispuesta a alborotarnos los planes, a descubrirnos los secretos, a desnudarnos las mentiras, a dejarnos desvalidos, maniatados.

La vida es imprudente, no conoce de maneras, ni de respuestas diplomáticas.

Es cambiante, muta… evoluciona/involuciona a la velocidad de los latidos del corazón de quien la esté viviendo.

Acepta lo que venga sin pensarlo dos veces. Suele transformarse en una ecuación extraña llamada AMAR=SER AMADO, en una metamorfosis digna de un libro de Kafka.

En resumen,la vida siempre hace lo que le da la gana. Así que solo queda vivirla, aunque no salgamos –ni un poquito- vivos de ella.

21 Cosas


1. Friends, Lovers or Nothing. It can only be one. (Sabiduría extraída de una canción de John Mayer).


2. Hay que PENSAR antes de actuar, pero a veces hay que saber dejarse llevar.


3. La vida requiere de 3 cosas: Constancia, Respeto y COJONES. Constancia para levantarse y seguir adelante. El respeto es fundamental, para con uno, para con los demás...para con el mundo entero. Cojones, because, every choice we make, every road that we decide to take takes balls. Todo lo que hagamos requiere cojones, cojones para asumirnos, para decidir, para actuar, para amar, para darnos la cara y darle la cara al mundo. Así de simple.




4. Hay que valorar todo, la compañía y la soledad, si no valoras el estar solo, ¿cómo sabrás valorar a ese alguien que llega a llenarte el vacío?


5.Hay que estar agradecidos siempre. Por estar completos, por ver, por reír,por soñar, por las lágrimas, por las neuronas de más...por los amigos, por la familia, por tener una vida que vivir.


6. Murphy siempre va a joderte los planes.El punto es que sepas afrontar las jugarretas del pana.


7. Hay que leer. Leer, LEER es aprender. Pero por el amor a Cristo, no leas ni Coelho, ni Deepak Chopra, ni Twilight...for real.


8. El ipod, el desodorante, el diccionario y el cepillo de dientes son ítems de primera necesidad. La música del ipod para hacerte la vida un poco más llevadera, el desodorante para que el mundo te soporte, el diccionario porque todo lo que necesitas saber está allí (no más Wikipedia please). Y el cepillo de dientes...es full evidente pues.


9. Las mañanas son más felices si empiezan con un con leche , un abrazo y un poquito de música. En mi caso, Melendi.


10. Se puede ser infiel, pero nunca desleal.


11. Si no quieres más a alguien, díselo...duele al inicio, pero es un dolor momentáneo. No le veas la cara de pendejo al otro.


12.Un beso siempre es necesario después de una pelea, o un abrazo al menos.


13.Coño, un simple ''gracias'' no deja mal a nadiepero a veces no es suficiente. Ser agradecido requiere-sometimes- mucho más.


14.Hay que soñar alto. No ponernos barreras,ni límites; suficiente tenemos con las fronteras, murallas, idiomas y con los Estados jodiendo la vida y dictándonos leyes a cada 2 x 3.


15EAT, PRAY, LOVE. O búscate un mantra que te sirva...O en mi caso, por favor, disculpe y gracias.


16El dinero es todo un tema, es un tema no tenerlo, es un tema pedirlo, pero carajo cuando te lo ganas haciendo algo que te hace feliz, te sientes Rockefeller. No compra la felicidad, pero paga las cuentas, y esa es un ventaja.


17. Es necesario divertirse, bailar desatados. Cantar canciones de karaoke,tener sexo, mojarse bajo la lluvia, ver películas de niños... reírse por horas viendo fotos viejas. Pero hay que reír.


18Si no me acuerdo, no pasó...solo funciona hasta los 21. Después de allí usted tiene un drinking problem...o se escuda en los ''blackouts'' pa' no asumir su barranco.


19Hay que aceptarnos, asumirnos, querernos. Si uno no hace esas 3 cosas, como le vamos a pedir a otro que lo haga por nosotros.


20. Todos, absolutamente TODOS tenemos issues, unos están más damaged y otros disimulan muy bien. Así que don't be a judgmental person.


21. La lucha aquí es de igual a igual y a veces contra uno mismo, so choose your battles wisely.


Y de ñapa, tenga con usted siempre dos libros para casos de emergencia; El Principito porque todo lo que hay que saber está allí, y el Manual de Carreño; porque pase lo que pase,si le toca repoblar el mundo al menos haga a sus críos educados.

viernes, 8 de abril de 2011

Carta de Amor Ficticia

Yo soy muy mala perdedora. Es verdad. Una verdad irreductible, pero así como soy una mala perdedora soy muy buena sacando cosas positivas de donde no las hay. 

En un ejercicio de valentía decidí inscribir mi carta al Concurso de Cartas de Amor de Montblanc, y ésta carta quedó entre las 438 que fueron preseleccionadas. Es cierto, no es lo mismo haber sido preseleccionada que haber quedado en el Top 10 de las finalistas, pero ¿sabe qué? mi carta la leyeron 800 personas y gracias a ella me contactó gente que ni siquiera sabía que yo escribía, y ya eso es ganancia. 

Usted puede llamarlo ''consuelo de tontos'', pero hoy, después de haber llorado mi guayabo epistolar quise empezar a ver las cosas en perspectiva.

Mi carta  ''A ti, Fulano'' era una versión mucho más corta y edulcorada de un texto que empezó siendo el bosquejo de una escena imaginaria, producto de un episodio que viví y que de tanto repetirlo en mi cabeza cogió forma de carta. Para el concurso tuve que cortarle un poco de trozos, pero hoy, aquí en este blog, sin límite de caracteres pienso colocarle la versión completa.

Y si, la vida puede ser un concurso, y yo puedo ser muy mala perdedora, pero míremosle el lado positivo, ahora usted podrá leer todo lo que quise decirle en algún momento a Fulano.

Una escena común, una ella (preciosa, bajita, vestida de jeans y camiseta blanca, con converse amarillos y lentes de pasta), está frente a frente con un él cualquiera (vestido con un sweater gris oscuro, jeans negros y zapatos deportivos del mismo tono), están en un café anónimo en una ciudad igual a cualquier otra,  esperando sus respectivos cafés. Antes estaban hablando y la chica le había tratado de decir algo a éste él, cuando este la interrumpió para hacer el pedido.

Él: ¿Qué me ibas a decir cuando te interrumpí?

Ella pensó: “que si te miro me transpiran las manos y que si me tocas se me acelera el corazón. Que si te ríes, te iluminas y creo que si en ese momento me filmasen el alma, me vería como una tonta, en technicolor y arcoírica, etérea y volátil. Que a veces me imagino cómo sería despertarme contigo, y reírnos de cosas que nadie entiende. Que no soy tan dura como piensas, ni tan racional como crees. Que me das ganas de decirte lo que siento al estilo chick flick:

Que quiero jugar a las escondidas y decirte cuánto me gustan tus zapatillas y sentarme en el borde de la bañera mientras te bañas y hacerte masajes en el cuello y darte besos, y mirarte provocativamente mientras te envuelves con la toalla.

  Y verte en la calle para encontrarnos en alguna estación y hablar del día a día, de nuestras vidas y rituales profesionales. Y que me gustaría  irme contigo a cenar y que no me importe que comas de mi plato, ni que me ayudes a elegir el postre.Y tipear tus cartas, y consignar juntos nuestros documentos, y que haya un buzón a nuestro nombre para que justo allí se acumulen las facturas, que las revistas de suscripción lleguen a nombre del Señor y la Señora seguidos por tú apellido.

Y quiero llenarte la vida de  listas, de post-its, de besos dibujados en el cristal empañado del baño mientras te afeitas por las mañanas, y quiero meterte papelitos en el bolsillo de tú saco para que los descubras cuando llegues al trabajo. Y quiero  reírme de tus paranoias y regalarte discos que nunca escucharás y ver películas buenísimas y pésimas y quejarme del programa de radio y sacarte fotos cuando estás durmiendo y levantarme para prepararte café con medialunas y galletitas.

Y, después ir a tomar vino durante la cena de los viernes, y que me enseñes la diferencia entre un Merlot y un Cabernet y dejar que me robes los cigarrillos y que nunca tengas encendedor y contarte lo que vi en la tele la otra noche en la  que te quedaste dormido a la mitad del documental, y recriminártelo con mi voz aniñada, y picándote el ojo, para que sepas que hay entre nosotros mucha química y complicidad. 

Y ordenarte la ropa por colores, y tratar de ser más organizada, y dejarte siempre una sorpresa en tú mesa de noche. 


Y ayudarte a vestir por las mañanas,y hacerte el nudo de la corbata, y buscarte el maletín y despedirte en la puerta, para arreglarme yo e irme a mi trabajo. Y que los domingos nos levantemos tarde y desayunemos juntos en la terraza, leyéndonos en voz alta los titulares de la prensa, y que andemos en fachas ese día. Y que vayamos al teatro, o a una galería o a una cata de vino todos las semanas para evitar caer en la rutina monótona de las parejas de hoy en día.

 Y acompañarte al oculista, al doctor, y hacerte entender cuando salgamos del médico, del banco, y del juzgado que TODO VA A ESTAR BIEN. Y darte la mano fuerte cuando vamos por la calle, y dejar que me abraces por la cintura, y que me des besitos en la punta de la nariz, y que coloques tu mano por mi cintura sin ninguna contemplación.

Y hacer un esfuerzo por  no reírme de tus chistes malos, ni de tus manías infantiles, y tratar de entender que te encantan las comiquitas y los videojuegos, que no soportas la política en exceso ni que te hable –exclusivamente- de mi vida académica.

 Y que me sea común desearte, y tener ganas de saltarte encima  por las mañanas pero aún así entender que a veces debo dejarte dormir un poco más, porque estás cansado; que debo dejar fluir mis ansias de besarte la espalda y acariciarte la piel y decirte al oído cuánto amo tus manos, tú cuerpo, la barba de tres días que te dejas, el perfume que te pones, lo bien que besas, ese espacio cóncavo que hace tú mandíbula con tú hombro en el cual apoyo mi cabeza cuando estoy triste. 

Y decirte además, que amo lo inteligente, amable y considerado que eres, y tú tono de voz ronquito, y la cantidad de años que me llevas, y que siempre estés dispuesto a pedirle más a la vida.

Y sentarme a leer un libro y a fumar en la escalera de la casa hasta vuelvas y preocuparme cuando te atrasas y sorprenderme cuando llegas temprano y no me avisas con anticipación.  Y regalarte girasoles e ir a todas tus fiestas corporativas y bailar contigo toda la noche. Sonreírte desde el otro extremo de una reunión y que con solo ese gesto sepas que eres el único.

Y sentirme culpable cuando peleamos y no tengo razón, y cuando rompo mis promesas y te defraudo; y  sentirme feliz cuando me perdonas, y me besas, y comprendes mis arranques. Y  mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y sentir tú voz en mis oídos y sentir tú piel contra mi piel.

Y tener mucho miedo de que te enojes y pongas la cara de domingo fatídico, y que me quites la mano de tú cuello y que repitas la frase ‘’inapropiado’’, y temblar como una niñita porque estás sintiéndote miserable; y tener un temor horrible a que te vayas, o a que algo malo te pase.

Y abrazarte cuando estés ansioso y ser tu sostén cuando la vida te duela, agarrar tú mano con fuerza y mirarte a la cara, y besarte en la frente y que solo con eso sepas que estamos juntos en esto.

Y quiero desearte sólo con olerte y abusar de ti al tocarte, y envolverte toda la noche y morirme de frío cuando me quites la cobija y de calor cuando no lo hagas y añorar el contrapeso que haces en el otro lado de la cama cuando te ausentes por viajes laborales y derretirme cuando sonrías y desintegrarme cuando rías y no entender porqué piensas que te estoy rechazando cuando no lo estoy y preguntarme cómo es posible que pienses que alguna vez podría rechazarte.

 Y preguntarme quién eres pero aceptarte igual y contarte de la niña del bosque encantado, del ángel, de los árboles que hablan y de ésta pobre tonta que voló a través del océano porque te amaba y escribirte poemas y cartas y preguntarme por qué no me crees y tener un sentimiento tan profundo que no encuentre palabras para decirlo y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un bebé cuando finalmente te vayas.

Y comprarte regalos que no quieras y llevármelos otra vez y suplantarlos con detallitos absurdos que solo un hombre como tú pide y un día cualquiera, dejarme de remilgos infantiles y pedirte que te cases conmigo y que  me digas que sí mirándome a los ojos; y saber que llegaremos a viejos juntos y que nos retiraremos a vivir en un pueblito griego rodeados solo por el mar.


 Y querer todo lo que quieres y pensar que sin ti estoy un poco perdida  y saber que cuando estoy contigo estoy a salvo.

Y contarte lo peor de mí, incluso aquellas cosas que por temor ni a mi almohada le he confesado e intentar darte lo mejor de mi misma porque tú lo mereces y obligarme a contestar tus preguntas incómodas (aún cuando prefiero no hacerlo) y decirte la verdad cuando en realidad no estés preparado para oírla y ser honesta porque sé que tú lo prefieres y pensar que todo se acabó pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches de menos y entiendas que tú  vida sin mi no es lo mismo  porque somos de la misma calaña.

Y quiero aprender a conocerte como me conoces tú, y saber leer los subtítulos que aparecen bajo tus sonrisas, y guardarte las caricias en la caja del recuerdo, y atesorarte los sueños, y desecharte los miedos y hacerte entender que  el esfuerzo que hagamos  vale la pena y hablarte mal en catalán  para que no entiendas mis molestias y así no acumulemos resentimientos y hacer el amor contigo a las tres de la madrugada y de alguna de alguna manera comunicarte algo del irrefrenable amor que te tengo.”

(A lo que ella lo mira, se muerde el labio inferior y dice)

Ella: nada, no tiene importancia.



miércoles, 6 de abril de 2011

Primer Amor.


A los seis o siete años conocí a mi primer amor, no es de asombrarse que, con mi carácter decidiera mirar a alguien y amarlo por sobre todas las cosas. No se asuste querido lector, mi primer amor era un niño rubio, pequeño, apodado El Principito.

Le sonreí un día cualquiera desde el otro lado de la biblioteca blanca de mi casa, lo miré como quien quiere y no quiere la cosa y le tendí mi mano. Allí estaba él, esperándome en un ejemplar viejo y gastado que le había pertenecido a mi madre.

 Temerosa pasé a la primera página, la dedicatoria...y si, ya se que usted se sabe la dedicatoria del Principito como se sabe el PadreNuestro, pero es que este, mi Principito no solo tenía la clásica dedicatoria  a Leon Werth, sino que tenía además, una dedicatoria con la caligrafía Palmer inconfundible de mi mamá, por lo que había dos dedicatorias en él, como invitándome a leer el libro y a permitirle al Principito ser parte de mi vida.

Si me encomendaran la tarea de reeducar a los niños cuando el Apocalipsis llegue solo usaré 3 libros de texto, el Manual de Carreño para que tengan buenos modales, el Diccionario para que tengan vocabulario, y El Principito, porque allí está todo lo que uno vino a aprender en esta vida.



En serio, es en ese libro en el que aprendemos que sí es importante la guerra entre los corderos y las flores, y que lo esencial es siempre invisible ante los ojos; aprendemos también que la belleza de una flor orgullosa puede llevarnos a desencantarnos de toda la flora del mundo.

 Aprendemos que a medida que crecemos nuestro pragmatismo va borrando nuestras fantasías infantiles y eso puede hacernos más o menos felices dependiendo de en que parte del asteroide B-612 nos encontremos.

El Principito nos enseña que el problema de los adultos no es crecer, sino olvidarse de como fueron cuando niños.


Gracias a este libro sabemos cosas elementales de la vida, como que es necesario soportar 2 o 3 orugas si de verdad queremos conocer a las mariposas...o  que al momento de despedirnos es mejor sorprendernos por la falta de reproches.



Aprendemos que hay que juzgar a las personas por lo que hacen y no solo por lo que dicen, porque la flor, por más orgullosa e hiriente que se mostrara, si quiso al Principito, es solo que éste no llegó nunca a saberlo.

 Nos enseña que no hay cosa más difícil que juzgarse a uno mismo, y que si lo hacemos de la manera correcta entonces somos sabios.

 A su vez nos enseña a valorar a los amigos y a no olvidarlos, porque no todos tienen la dicha de tenerlos, y que valorarlos significa aceptarlos como son,y quererlos por lo que valen, aunque uno sea un piloto o un zorro sin domesticar.

 Él me enseñó que la vida es cuestión de disciplina, que después de desayunar, y antes de hacer nuestras labores diarias debemos arrancar poco a poco la hierba mala, porque si no lo hacemos se nos llenará el asteroide de Baobabs.

El Principito me hizo entender que ante la tristeza lo único que podemos hacer es correr nuestra silla un poquito al oeste, para alcanzar la dicha de ver el sol ponerse más de 43 veces.Las puestas de sol nunca son tan agradables como cuando se está verdaderamente triste.

Mi querido Principito me dijo en alguna de sus páginas que las espinas están ahí por una razón, y no son solamente pura maldad de las flores.

Fue mi primer y único amor sincero. 

Gracias a él aprendí tantas cosas que no pueden aprenderse en ningún otro lugar. Me enseñó la diferencia entre un capricho y un amigo, entre uno y el otro, entre los hombres serios y los niños, entre las lucecitas de un farol y las estrellas.

Me enseñó que los que comprendemos la vida nos burlamos de los números, de las etiquetas, de los prejuicios. Vivimos sin diferenciar siquiera los puntos cardinales, las fronteras, los idiomas. VIVIMOS. SENTIMOS. HACEMOS... y ya, no nos queda más tiempo para otra cosa.